Conecta con nosotros

Publicado

en

13 de Mayo Buenos Aires, La Matanza: Hoy es recordado a 26 años de su pase a la eternidad y con orgullo, tras muchos años de haber participado en la vida y la cultura que alguna vez se promovió en el partido de La Matanza, tan carente en la actualidad de referentes culturales, por desgracia.

Jurado de exposiciones y concursos, siempre se destacaba su humildad por sobre sus dotes artísticas. De Luca era de vivir apaciblemente con su familia en una casa del Bº San Roque, I. Casanova, pero una vez el pincel comenzaba a desplazarse sobre el lienzo y el aceitoso óleo, los colores empezaban a florecer ‘tal como hace la Primavera con los cerezos…’, y allí comenzaba la magia.

Italo P. De Luca (13 de mayo de 1921-28 de mayo de 1995). Aunque nació en la Argentina, por sus venas fluía la sangre italiana de sus padres: él, Juan Fortunato De Luca; ella, María Lavalle. Uno de ocho hermanos, Italo asimiló de pequeño el arte de uno de sus hermanos mayores, Antonio, quien a la edad de diecinueve años decidió dejar este mundo ya que no resistió la incomprensión de su amor por una muchacha, él incentivó a su pequeño hermano Italo enseñándole los primeros trazos y pinceladas sobre el lienzo.

Juan Fortunato, de profesión carpintero, era un hombre duro que vivió hasta los 97 años, después de haber trabajado arduamente para alimentar a su numerosa familia, y anclado definitivamente a las calles del barrio porteño de Villa del Parque (CABA) donde se había establecido luego de su llegada a estas costas tan alejadas de su tierra natal, Cosenza, Italia.

Como todo hijo de inmigrantes, el joven Italo se impregnó del aire bohemio de aquel Buenos Aires, junto al tango que tanto resonaba en los arrabales porteños de esos años.

Es por ello que De Luca nunca se desprendió de su alma bohemia, soñadora y arrabalera, pero su arte también supo darle cabida a lo lejano, a lo campestre, a lo infinito y misterioso que se esconde tras la lejanía del horizonte, ese que se expande y se brinda a los ojos del caminante, ávido de colores y silencios.

En sus comienzos trabajó como dibujante en el departamento de ingeniería de «Ucoa Radio» de elementos electrónicos, donde se relacionó con aquella actividad tan novedosa y floreciente. Fue allí donde conoció a la que luego habría de ser su esposa, Hortensia Cipriano. Ella lo incentivaría luego a volcar sus esfuerzos en desarrollar sus condiciones artísticas, tan alejadas de aquel sitio de planos, tiralíneas y reglas de cálculo.

Luego de casarse (1957) se estableció junto con su esposa en la casa paterna de Cuenca y San Blas, Villa del Parque. Allí también estableció su atelier donde abordó la realización de sus obras de más envergadura. Más tarde nacieron sus dos hijos, Gerardo y Ricardo.

A los cuatro años de la muerte de su padre (1976) y tras una traumática sucesión familiar, se estableció con su familia en una modesta casa del partido bonaerense de La Matanza, provincia de Buenos Aires, desde donde desplegó todo su arte y recibiendo los más ponderados reconocimientos en los salones municipales y provinciales de Buenos Aires.

Inició también una discreta campaña comercial con galerías americanas, despachando sus cuadros al exterior, principalmente a ciudades de los EE.UU., aunque no prosperando ya que los motivos sugeridos por los marchands nada tenían que ver con lo que De Luca sentía que era su temática.

De Luca en un concurso de manchas como integrante del jurado

Ya en su calmados años, y atravesando por difíciles momentos económicos, lo enorgullecía ser integrante de jurados en concursos de manchas y en toda actividad barrial a la que fuera invitado, donde tantos niños participaban y eran para él motivo de orgullo y significativo amor aquellos recuerdos de plazas y mesas de verificaciones, donde los chicos le hacían llegar sus trabajos para que él los examinara.

Su vivienda precaria y una enfermedad medular, acaso producto de los compuestos químicos utilizados en su trabajo a lo largo de tantos años, contribuyeron a resentir su salud hasta el fin de sus días.

Trayectoria

«Pintor del mundo del silencio», como él mismo gustaba llamarse, Italo Pedro De Luca ha buscado en su obra expresar la poesía y el alma oculta de las cosas. Autodidacto, se formó en este campo de las artes gracias a la guía de su fina sensibilidad e instinto, manteniéndose dentro de una línea figurativa que es ajena a toda exhibición rápida de la imagen. En efecto, sus pinturas requieren de una detenida observación, y recién entonces permiten ser descubiertas en toda su magnitud.

El óleo fue el procedimiento que utilizó mas asiduamente, aunque también abordó el pastel, la acuarela, el acrílico y el dibujo con grafito.

Paisajes y flores que nos hablan a través de la tela de una eterna soledad, de esa atmósfera de sosiego que suele ser la verdadera protagonista de sus obras. Esta atmósfera es lograda plásticamente a través de un refinado tratamiento de los tonos, de amplios fondos y celestes cielos cargados de profundidad. Los objetos muchas veces llegan a estar como suspendidos en el cuadro y en el tiempo, como sugiriendo un estado de atemporaneidad y evanescencia.

El color está representado en especial por azules, ocres, verdes y rojos libres de violencia, conscientemente rebajados, que existen o no en función del clima de la obra. Es de notar el efecto de algunos colores superpuestos que llegan a crear una tonalidad nacarada, ya que De Luca trabajó el óleo casi como la témpera, de manera diluida, técnica que otorga notable categoría a su pintura rebosante de luz y libertad pensantes.

Sin duda lo poético es privilegio del arte, y es el artista quien encarna la poesía para recrear el mundo, transformándolo y sublimándolo de manera que se convierta en un elemento de contemplación. Así es que no extraña que De Luca haya logrado plasmar todo aquello en sus pinturas.

Los rojos atardeceres, las luminosas mañanas, han sabido impresionar sus retinas de tal manera que su mano supo materializarlas sobre la tela, y así es que nos ha entregado en su arte el regocijo de compartir excelentes trabajos, muchos de los cuales han obtenido el reconocimiento en certámenes y exposiciones nacionales.

En el año 1940 fundó junto a sus amigos pintores Repetto, Victorica, Russo, Roig, Filip, Alliano, Bordino, Ladagga, Matteucci, Morgada y Cruis, la peña y taller de arte «La Blanqueada» en Av. De Mayo 724 de la Capital Federal.

De Luca cuenta en su haber con numerosas exposiciones individuales en galerías de Buenos Aires (Müller, Florida 946 Bs.As.), salones colectivos: Consejo Nacional de Educación —con la presencia del Pte. Juan D. Perón—, Salón Nacional de Buenos Aires, Salones Municipales de Buenos Aires, Avellaneda, Primer Premio Salón Municipal de Morón (1952), Primer Premio Salón Justicialista (1954), Premio Adquisición Salón de Mar del Plata (1954), Rotary Club de La Matanza, Salón Libre de Ramos Mejía, varios segundos premios, diplomas de honor y menciones especiales.

Fue siempre mencionada por él con satisfacción y simpatía, la exposición realizada en el Salón de Arte del club Bonorino de Buenos Aires (1956) junto a los pintores Pedro Omar Belloso y José Savino: el primer cuadro que se vendió fue el suyo, titulado: «Día de escarcha». Era un motivo de vagones de carga tomado al natural una mañana de invierno en la ciudad de José C. Paz, Pcia. de Bs.As.

De Luca tomaba sus paisajes de la realidad

Viajó por gran parte del interior de la Argentina. Visitó Córdoba, San Luis, Jujuy (1964), La Rioja, Bariloche, Tandil, de donde logró traer en sus bosquejos y memoria aquellos maravillosos paisajes y colores que luego inmortalizaría en sus trabajos.

Boceto tomado al natural en Baradero, pcia. de Buenos Aires, un día de lluvia. Fundada en 1615, es la ciudad más antigua de lo que hoy es la provincia de Buenos Aires.

José Roig, pintor español y uno de sus entrañables amigos, lo acompañó en ocasión de uno de sus fecundos viajes a Tilcara, en la provincia de Jujuy, en el año 1960, alojándose en el entonces «Casa del Artista», notable emprendimiento provincial en un esfuerzo por congregar a creadores de todo el mundo y dar a conocer así sus paisajes. Allí entabló amistad con el brillante pintor y dibujante Jujeño Medardo Pantoja.

También fueron sus colegas y amigos: Armando Repetto (pintor), Demetrio Filip (pintor), Félix Coluccio (historiador) Miguel J. Bordino (pintor y grabador), Américo J. Pampinella (pintor), Julián C. González (grabador y pintor), Ángel Laddaga (pintor), Tomás Di Taranto (pintor), Oscar A. Vaz (pintor), Miguel C. Victorica (pintor), Armando Ronchetti (pintor), José Calippo (pintor), Roberto A. F. Rossi (pintor y profesor) y varios otros, como también Benito Quinquela Martín, que siempre fue recordado en ocasión de hacerle una visita a su estudio, como un hombre muy previsor y locuaz: detrás de unas cortinas, en la trastienda, guardaba su propio ataúd especialmente pintado por él mismo y reservado para el día de su «partida» desde el puerto de La Boca, lugar que también rescata De Luca, haciendo sobre este puerto hermosas marinas en homenaje a su entrañable amigo Quinquela.

Si hay una obra de De Luca que recorrió el mundo es su cuadro Misión de Titanes (1963), obra de grandes dimensiones donado con todos los honores a la Marina Argentina y que, luego de unos años surcando los mares y viajando en el camarote del capitán del rompehielos Gral. San Martín, finalmente se halla «amarrada» en el Museo Naval Argentino.

También el sur argentino ha sido incorporado por su deambular pictórico, al igual que las sierras y montañas de nuestro territorio, la vida agraria de nuestros campos y las costumbres de nuestra gente. Pero De Luca se inclinó más por los paisajes norteños, hallando en la modestia y la humildad de las casitas, y las desparejas calles del suburbio, la más lucida fuente para sus obras.

Así, como sus trabajos lo demuestran, ellos son representativos del profundo respeto que, como artista, el pintor experimenta por todo lo existente. Respeto y una real autenticidad: en las obras de Italo P. De Luca conviven inseparables la técnica y la emoción, dos cualidades constantes, articuladas, sin enconos, sin iracundia canalizada, creaciones de un artista capaz de sentir el imperativo de las cosas y hábil en traspasárnoslo con el sencillo lenguaje del que se está dotado, dones solo reservados a aquellos espíritus observadores, sabios y llenos de magia.-

Autor: Ricardo De Luca (ricardodl@outlook.com)
Fte: Wikipedia

Cultura

«Los chicos del Jardín morirán de frío porque el Consejo Escolar no tiene plata para estufas», dijo una mamá

Así lo manifestó una de las madres cuyos hijos concurren al Jardín de Infantes Nº 970 «República Del Perú» de La Tablada.

Publicado

en

27 MAY – LA TABLADA – El Jardín se encuentra ubicado en la calle Charlone al 600 esquina Colón de la citada localidad, y de acuerdo a la información que se pudo obtener, todo comenzó cuando recientemente la empresa de gas clausuró preventivamente la red interna de estufas debido a la detección de fallas.

Por ello, los integrantes del establecimiento educativo se comunicaron inmediatamente con las autoridades del Consejo Escolar de La Matanza pero hasta el momento no recibieron respuesta. Extraoficialmente la respuesta fue que «NO HAY PLATA«.

A consecuencia de estar entrando en época de bajísimas temperaturas, la cooperadora envió un comunicado por Whatsapp a los padres para avisarles que los chicos asistan al establecimiento «bien abrigados».

Por otra parte, algunos padres manifestaron a este medio que este Jardín viene presentando irregularidades en su funcionamiento:

«Nos dicen que nosotros debemos ir a limpiar los baños, nos piden que vayamos a prepararles el mate cocido a los chicos… siempre por una cosa o la otra falta personal, o no hay clases, ahora esto de las estufas… la verdad que es una situación insostenible», afirmaron.

¿Aulas digitales o Iglús digitales?

Llamativamente hace poco el intendente de La Matanza, Fernando ESPINOZA, visitó el Jardín de Infantes N° 5 “Casita de Caramelo”, ubicado en La Tablada. Allí pronunció unas palabras alusivas al gran avance logrado en llevar a cabo las «aulas digitales» y dijo entre otras cosas:

“A las niñas y niños de La Matanza les garantizamos el futuro transformándoles el presente”, y agregó:

“Me llena de orgullo este hermoso jardín y que las chicas y chicos de La Matanza tengan un espacio confortable y digno para recibir educación libre, gratuita y de calidad es el resultado y el compromiso que demuestra que para nosotros la educación es una prioridad”. Y continuó: «Estamos generando una propuesta pedagógica de calidad y de excelencia», finalizó Espinoza.

Cabe mencionar que por lo visto no se estaría alcanzando el pregonado confort ni la calidad de excelencia en las instalaciones del Jardín Nº 970 de La Tablada, donde los niños deberán concurrir bien abrigados a causa de la demoras injustificadas y la desidia de las autoridades comunales.-

Infocom.ar
-Foto de portada ilustrativa-

Continuar Leyendo..
♨️ ⚠️ #AHORA‼️ Puede ver en directo información relevante (⛔️+18) del conflicto Rusia-Ucrania en nuestro canal exclusivo de Telegram https://t.me/infocomar
Enlace de invitación → https://t.me/+5xDguCY667o3NThh

No te pierdas...