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Opinión

La acabadora

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OPINIÓN | By Ricardo De Luca

15 FEB – En los antiguos pueblos sardos de la isla de Cerdeña (Italia) existía la figura de la “acabadora”. Era una anciana que se encargaba de facilitarles la muerte de una forma rápida a los enfermos moribundos.

Cuando una familia se encontraba ante esa situación, sus integrantes se reunían próximos a la habitación del enfermo y realizaban una especie de concilio que incluía cánticos e inciensos (seguramente para que el doliente se sienta emplazado a redoblar sus esfuerzos en curarse…). Si esto no resultaba entonces se acudía a una acabadora, la cual realizaba su cometido de forma rápida y gratuita.

Generalmente su intervención era de noche. La familia se apresuraba a retirar crucifijos e imágenes religiosas de la habitación del enfermo, depositando un yugo de madera al lado de la cama (se solía tallar con simbologías de antiguos usos) para luego abandonar la casa dejando la puerta abierta.

Era entonces cuando aparecía la acabadora provista de una maza de madera con forma de T, tomaba el yugo, lo ponía en la nuca del enfermo que estaba boca arriba, para darle un golpe seco en la cabeza, que al margen del traumatismo craneal, lo dejaba desnucado.

Nuestra acabadora

En coincidencia, se reconocerá que por estas tierras ya hemos realizado nuestro concilio electoral allá por el 2019 y se ha convocado a nuestra hábil acabadora para que realice su tarea.

De semblante siniestro y ropajes oscuros, ahora camina entre nosotros empoderada, repartiendo garrotazos hacia todo lo que ELLA considere (tal como deducían las familias sardas) lo enfermo y moribundo, y entonces por esa sola razón debe ser eliminado, acabado.

ELLA cumple su honorable misión, convencida de hacer el bien y ensalzada por una masa que la venera. Se rodea de adláteres que colaboran en su tarea eutanásica de solucionar el problemita de una forma rápida.

Su patético plan está más que justificado: el voto le ha conferido la autoridad suficiente, la que se ve incrementada por sus altos principios morales y éticos, tal vez los mismos de cualquier experimentada y vieja acabadora de Cerdeña.

Viendo de cerca sus acciones, resulta llamativo observar que ELLA impone sus propias leyes éticas y morales a la sociedad, traspasando hasta los más esenciales principios democráticos, porque también allí comenzará su tarea de demoler a mazazos los cimientos con que se sostienen, los cuales, a su criterio, se encuentran caducos y enfermizos.

Una eterna antítesis

El Derecho no es lo mismo que la Ley. El derecho es la geometría de la moral, la ley de Dios. Y la ley es el derecho de los hombres.

Dios, desde la creación, no ha alterado un solo ápice ninguno de sus derechos, mientras que los hombres no han dejado de alterar ni una sola de sus leyes.

En el molde del derecho, rara vez han fundido exactamente la estatua llamada ley. Por regla general, los legisladores han sido unos verdaderos artesanos, y siempre han pretendido fundir el molde en la ley y no la ley al molde. La ley debe adaptarse al derecho y no a la inversa.

El derecho es anterior a la ley y como la ley es la expresión del derecho, éste nunca puede tomar su fuerza de aquella, sino aquella de éste.

La mayor parte de las veces, el derecho se siente pero no se puede explicar. La ley siempre se explica, aunque no se sienta.

Sin embargo la ley de una acabadora colisiona con el derecho a la vida. Cuando los antiguos familiares sardos decidían sobre el destino de su familiar se autopercibían Dios, eran su reemplazo terrenal a fin de acelerar la mudanza al otro mundo, y del mismo modo le endosaban esa licencia celestial a la acabadora.

Los argentinos hemos entregado nuestro destino a manos de personeros que, como ELLA, imponen su ley a costa de nuestros derechos.

No sólo hemos dejado el yugo sobre la mesa, lo hemos colocado graciosamente debajo de nuestras cabezas; hemos sido coautores involuntarios de nuestro propio infortunio, con el apoyo entusiasta de un grupo de pelmazos.  

¿Y qué podemos endilgarle a la acabadora?

ELLA no tiene la culpa. Enojarnos con la serpiente no evitará su mordedura, forma parte de su idiosincrasia. En todo caso podríamos profundizar en el entorno que propició que se engendrara semejante espécimen. La culpa y responsabilidad es sólo nuestra. Es un asunto que debemos asumir y dilucidar de ahora en más.

Lo que hicimos mal es haberle traspasado el arbitrio de nuestra potestad soberana, en una especie de inmolación indescifrable.-

Infocom.ar

Opinión

La Matanza: entre la promesa y la cruda realidad

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29 de agosto – 2024 – El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, junto con el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, han vuelto a escena con lo que solo puede describirse como un show mediático de anuncios vacíos.

Según Espinoza, la seguridad en el distrito está mejorando gracias a nuevas tecnologías, más patrulleros y una red de videovigilancia de última generación.

En sus palabras, se sigue “trabajando para darle a nuestras vecinas y a nuestros vecinos una mayor protección”. Pero, ¿qué tan cercanas a la verdad están estas afirmaciones?

La realidad, como suele suceder, parece tener poco que ver con las grandilocuencias del discurso oficial.

A menos de 24 horas de estos pomposos anuncios, la incorporación de 100 móviles policiales es tan solo un parche sobre una herida que sigue abierta. Móviles que, por cierto, deben renovarse cada ocho meses, según especialistas en seguridad distrital.

Es más, hasta un exministro de seguridad provincial, Cristian Ritondo, ha afirmado y confirmado esto a Infocom, demostrando la desconexión entre la propaganda y los hechos.

Algunos medios nacionales que se jactan de estar «Junto al Pueblo», también se prestan al show mediático.

Mientras Espinoza y Alonso se felicitan a sí mismos por la supuesta mejora en la seguridad, los residentes de La Matanza siguen viviendo en un estado constante de miedo.

Bandas armadas operan sin restricciones, recorriendo el distrito de una punta a otra sin que ningún operativo los detenga. Las «entraderas», los arrebatos y el robo de autos son eventos cotidianos en las calles, mientras los vecinos se sienten completamente desprotegidos.

La creciente percepción de abandono ha generado una ola de protestas, como la prevista para el próximo viernes 30 de agosto en la Ruta 3 y las vías de Casanova. Es aquí donde la brecha entre el relato oficial y la realidad se hace imposible de ignorar.

Las familias de las víctimas de la inseguridad –personas que han perdido seres queridos o han quedado gravemente heridas– leen las declaraciones del intendente y no pueden más que sentir un profundo repudio.

El flyer de la convocatoria para mañana viernes 30 de agosto 2024.

En lugar de soluciones, se les ofrece una catarata de mentiras disfrazadas de buenas intenciones. Espinoza y su séquito parecen más preocupados por mantener sus posiciones de poder que por brindar seguridad real a los ciudadanos. Mientras tanto, los medios nacionales se prestan a reproducir sus falsedades a cambio de suculentas pautas publicitarias.

Pero en medio de este sombrío panorama, aún queda un rayo de esperanza. La Matanza tiene una comunidad fuerte, resiliente, que no se deja vencer por la adversidad. Son esos vecinos que, a pesar de todo, siguen luchando día a día por un futuro mejor. Los que se organizan, protestan y exigen lo que les corresponde: vivir sin miedo.

La presión de la ciudadanía es la clave para que estos problemas dejen de ser ignorados. Si algo ha quedado claro en este ciclo de promesas incumplidas es que el verdadero cambio no vendrá desde arriba, sino desde la gente, desde las calles, desde aquellos que ya no están dispuestos a aceptar más mentiras.

Que las palabras de Espinoza no sean más que un eco vacío, depende de todos nosotros. Es hora de transformar la indignación en acción, de tomar las riendas de nuestro propio destino y exigir que quienes están en el poder finalmente cumplan con su deber.

La Matanza merece mucho más que un relato ficticio. Merece una realidad segura y justa para todos.-

Ricardo De Luca | Infocom La Matanza.

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